(del 17 al 23 de
diciembre)
Por fin ha enseñado sus cartas el
presidente del gobierno. Ya va cogiendo forma la idea de esa Reforma Laboral
que nos metió por el culo no hace mucho. Esa Reforma Laboral que iba a arreglar
el desaparecido mercado de trabajo español y que nos ha hecho pasar de 4.978.000
parados a 5.778.000, que ha hecho que los EREs se dispararan un 70 %, y
que ha abaratado el despido para facilitar la contratación (es casi tan lógico
como cerrar una puerta para facilitar su apertura). Después de un fatídico año
de mentiras y evasivas donde la política de derechas ha arrasado con el estado
del medioestar, llevándose por delante a la Educación, la Sanidad y
la Justicia, por fin el gobierno empieza a decir la verdadera idea que tienen
para cambiar España. Gracias a todos los borregos que se unieron al cambio.
Gracias por aceptar la marcha atrás como método de avance. Volvemos a los
tiempos donde los militares eran ejemplo y hasta un pequeño caudillo se atrevió
a ponerse en el lugar del rey y del presidente a la vez.
«Si todos los españoles trabajaran con el empeño de los militares, todo
iría mejor»
–Mariano Rajoy, presidente del gobierno y
sargento de hierro–
Todo iría mejor para el gobierno y el PP,
no para España. Trabajar como los militares es obedecer la cadena de mando
siempre. No hay lugar para la rebeldía entre las filas del ejército. Hay que
respetar la jerarquía de las élites. Todos los soldados tienen que asumir las
órdenes sin cuestionarlas. Todos los obreros tienen que hacer lo que les mande
el patrón y callarse la boca. Todos los ciudadanos tienen que acatar las
decisiones del gobierno aunque les parezcan injustas o crueles. La protesta y
la sublevación serán criminalizadas y castigadas. Acudir a una Huelga General te
puede costar más de un mes de cárcel preventiva sin juicio y sin explicación, pero que cinco jóvenes mueran en una fiesta nefastamente organizada por
un empresario de la noche madrileña mimado por el ayuntamiento, solo cuesta unas disculpas y un pequeño teatro llamado Comisión de Investigación, donde al final los muertos siguen muertos, las irregularidades pasan a
ser banalidades y los asesinos colaterales quedan en libertad y con el bolsillo
lleno.
Este modelo militar de trabajo ya tiene su
aplicación práctica en los funcionarios de la UIP, policías dispuestos a abrirle la cabeza a un menor, dejar tuerta a una mujer o arrastrar a un viejo por la calzada si la patria lo
requiere. De todas formas, es la patria la que los hace intocables ante la
justicia con indultos, esos recursos inexplicables que violan la separación de
poderes contenida en la siempre absoluta y sodomizada Constitución de 1978.
Esta es la España que siempre ha querido
el Partido Popular: un pueblo obrero y soldado raso que obedezca ciegamente y
que se deje el pellejo hasta morir por su patria, unos empresarios,
explotadores sargentos de hierro, que impongan la estrategia a seguir en el
campo de batalla para ganar la guerra salvando su culo y su bolsillo, y una
casta política y corrupta de generales sordos que toman decisiones para
llevarse los méritos, y el dinero, sin peligro alguno.
Feliz domingo.
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