Reflexiones dominicales embrutecidas.

domingo, 24 de febrero de 2013

Va a subir la marea

(del 18 al 24 de febrero)



Una marea verde por la Educación, una blanca por la Sanidad, una naranja por los Servicios Sociales y la Dependencia y otra roja por los Parados. Todas juntas marcharon ayer sábado 23 de febrero unidas bajo la bandera de la indignación, que cada día ondea en más azoteas españolas, contra una casta política caótica y corrupta hasta las entrañas, una Casa Real cuyos remiendos empiezan a desgarrarse y unos grandes empresarios que hace tiempo olvidaron el significado de la palabra humanidad.

Una marea que sube, crece y marea, y que por eso intenta ser deslegitimizada con una metralleta de falacias que intentan convertirse en razonamientos a través del embiste de la masa analfabeta, ciega y fanática. Mientras ellos están ahí arriba, en sus atriles, con sus micrófonos y los medios de comunicación a sus pies, aquí abajo, que llevamos ya tiempo notando que nos hundimos, estamos uniéndonos al agua para intentar canalizar su fuerza de forma justa y coherente. Be water my friend, que diría Bruce Lee. Ellos desde su tribuna de prensa imponen con prepotencia su criterio, llenándose la boca con palabras como libertad y democracia y despreciando el contenido que estas encierran, mientras nosotros seguimos aquí abajo dando un ejemplo de bondad y humanidad, reteniendo toda la violencia en nuestro interior y canalizando la rabia en ingeniosos eslóganes para pancartas.

Pero la marea sigue subiendo e inundando más lugares mientras España entera sigue hundiéndose en la miseria de un sistema donde el que gobierna es o un delincuente inmoral o un estúpido incompetente. Se burlan de nosotros con la confiada chulería que permite el poder y aún así, hay gente impasible que, pegada al sofá, con una mano en la entrepierna y la otra en el mando a distancia, no se entera de nada (o no se quiere enterar). Un día notarán el agua correr bajo sus pies y será entonces cuando tendrán que decidir si quieren ser vasallos de inmerecedores niños pijos o dueños de sus derechos y de su libertad, si quieren crear un mundo y una sociedad basada en la justicia y el bienestar humano o en el trapaleo y lo económicamente rentable.

Y si todo sigue igual, seguirá aumentando el nivel de la marea hasta pillar desprevenido en su islote de salvación al presidente, obligándole a hacer lo que nunca ha hecho: tomar una decisión. Porque aunque vacile de su actitud, poco le valdrá entonces que, como si de un anuncio de whisky se tratara, se estire en su cómodo sillón mientras exclama: a veces la mejor decisión, es no tomar ninguna decisión. Gente sin complejos. Y desde su vida plácida y cómoda adopta soluciones inservibles para problemas menores, mientras  pide ayuda a invisibles dioses y adora a obispos y curas que desde sus tronos de oro, sus trajes de seda y sus mesas llenas de manjares se solidarizan con la pobreza en el tercer mundo. Pero claro, no se puede permitir la crítica de esos actores que de la misma manera, embutidos en caros modelos de diseño y exhibiendo su cara bisutería, hacen uso de su libertad de expresión y dan discursos reivindicativos al recoger un premio. Falsedad y doble moral desde el primero al último de los peldaños de esta sucia sociedad.

Y con tanta marea, tan solo me queda rezar al dios de los mares para que la fuerza de estas aguas no sea un tsunami descontrolado que termine de arrasar a este catastrófico país. Oh inmortal Poseidón el del furioso tridente,a ti me encomiendo en esta difícil empresa, propicia que este velero llegue abuen puerto. Permite que la izquierda sepa reinventarse más allá de falsos socialistas y garrulos comunistas y que la derecha se modernice dentro de sus limitadas posibilidades y entre de una vez en el siglo XXI, abandonando la idolatría a Francisco Franco. Oh Calíope, augusta entre las musas, haz florecer una república federal con una democracia madura manejada por hombres con principios y no con negocios. Trae la revolución.

Feliz domingo.

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